bueno, no he parado en todo el fin de semana, así que he decidido escribir un único y genial capítulo de esta entretenida y a la par emocionante historia de cómo el amigo gondrullo ideó una pérfida estratagema de una astucia letal, con el único fin de conseguir crear un clima favorable para que en su casa, todos los elementos se encaminaran automáticamente a la adquisición de una nueva motocicleta para el chiquillo.
Comencemos, pues, con esta historia, no exenta de drama, comedia, amor, odio, asesinatos... ah, no, eso no hay. bueno, y sexo tampoco. qué más quisiera...
todo comenzó el sábado a eso de las diez y cuarto de la mañana. Yo llegué al local de la empresa de alquiler, como un niño con zapatos nuevos (porqué siempre se ha dicho eso como paradigma de la felicidad, si a un niño se la refanfinfla estrenar zapatos? lo que nos hacía ilusión era tener el auto-cross, coño, no unos zapatos nuevos). En fin, en cualquier caso, mientras la chica de la oficina rellenaba papeles, alli estaba yo impertérrito y circunspecto, como si alquilara motos todos los días, como intentando emanar una calma interior, no sé muy bien porqué.
Finalmente, salgo a la calle, el chico me explica de qué van los mandos de la moto (tiene 3 ó 4 botoncillos más que la X), y yo me subo, arranco, y enfilo la empinada cuesta hacia arriba (la tienda está en una calle con una bonita pendiente de no menos del 9 ó 10%. Tras esos primeros acelerones, y mientras intento hacerme a la extraña sensación de tener dos ruedas delante, mi primera sensación es... jdr, esto es una moto de 250? qué chufa!
Pasan varias calles más... y como veo que hay 2 testigos que no se apagan del tablero de mandos (tiene mucha información; es muy completo), pues decido parar en una esquina a salvo de los coches. Al final, gracias a esa parada, pude descubrir dos cosas importantes; una, que el primer testigo encendido era que tenía el capó trasero sin cerrar del todo, y dos (no menos importante), que había descubierto porqué la moto no tiraba; tenía puesto el freno de mano; una palanca en el contraescudo.
No pasa nada, gondrullo, pensé. Esto pasa hasta en las mejores familias. Y decidí proseguir la marcha. Ahora sí!!! la moto aceleraba. Mucho más que mi modesta X de 125.
Me acerqué a casa a recoger a mi mujer y pasamos el día en castro. Al final no pude avisar a joseto porque nada más comer marché otra vez de castro a bilbao, pues tenía que hacer un recado antes de que cerraran las tiendas. El paseo fué divertido, fuí tranquilito para que ella de pasajera, se sintiera a gusto. Creo que lo conseguí. Pero claro, eso supuso no poder "catar" la moto en profundidad, cosa que decidí hacer esta misma mañana, en mi segundo día con el triciclo.
A eso de las once, he dicho... tengo que irme con la moto, y estar en casa para la carrera. Así que esta vez solo, he salido a hacerme unos kilómetros en un trazado mixto; ciudad, carreteras secundarias llenas de curvas, y carretera de circunvalación para coger velocidad.
Hoy ya estaba habituado a la sensación extraña que supone esa moto. Es como si tuvieras un híbrido entre tener medio coche delante tuyo y una moto por detrás. Y lo que más me ha llamado la atención; cuando entras en una curva, donde pongas las dos ruedecitas delanteras, es como si te metieses en un raíl y la moto fuera un tren. Esa sensación da la moto. Eso ciertamente, otorga mucha seguridad. Pero tambien a veces incomoda, pues si no has colocado bien enfilada la moto en ese "raíl" imaginario al comenzar la curva, cuesta un poco variar la trayectoria una vez metido en la curva. Pero bueno, como lo normal es negociar bien las curvas, pues la sensación es agradable, pues notas cómo esas dos ruedas te meten y te guían en plena curva con una seguridad muy alta, invitándote a tumbarte sin que te des cuenta. De hecho, la gran mayoría de las curvas creo que las he tomado hoy tumbándome más de lo que sería necesario. Pero en parte es la moto la que lo hace solita.
Por otro lado, tambien tienes una ventaja, y es que a diferencia de las motos normales, se puede en un momento dado, frenar en pleno apoyo con las ruedas delanteras. La moto hará un pequeño amago de enderezarte la dirección, pero se frenará. Y hablando de frenos, dos discos de freno delante tambien es algo que se nota a la hora de detener la moto. Frena bastante bien.
La moto acelera con decisión y es medianamente enérgica. Digo medianamente porque su sobrepeso se nota en las prestaciones. Ese exceso de lastre debido a la maquinaria del tren delantero la penaliza en las aceleraciones y en velocidad punta, pero no tienes ningun problema para salir el primero en semáforos y para adelantar a coches en carreteras de un solo carril con un giro del puño derecho. En carreteras rápidas, la moto no supera mucho más allá de 120, y sólo una eventual cuesta abajo le permitirá superar dicha velocidad. Mi unidad acusaba una vibración al llegar a 120, pero a mi juicio era por equilibrado de ruedas. A destacar la increible resistencia que puede llegar a ofrecer el aire a esas velocidades, pues la moto tiene un testimonial parabrisas, tan bajo que no sirve más que para adorno. Toda la fuerza del viento se nota en el pecho y la cabeza cuando vas rápido con esta moto. Y eso molesta.
La instrumentación es muy completa, y además de indicar las revoluciones, tiene testigos para casi todo, como en un tablero de un coche. Para la apertura del capó trasero, para el sistema de bloqueo de la inclinación... para todo. La llave tiene mando a distancia para abrir el maletero delantero, y el trasero se abre girando la llave una vez colocada en la moto.
Su sistema Roll-Lock permite que la moto se quede con su inclinación bloqueada, muy útil cuando andamos en ciudad, para no tener que poner los pies en el suelo. Se puede activar por debajo de 1500 rpm con la pulsación de un botón. Una cosa muy importante; asegúrate de que la moto está vertical cuando lo pulses. De no ser así, la moto quedará ladeada, y al dar puño para salir, el sistema se desactiva, pero la moto se irá irremisiblemente hacia el lado para el que estaba inclinada, aunque fuera poco, con el consiguiente susto (yo ya tuve dos de esos, y casi me caigo. Es muy fácil que pase en las primeras horas de uso).
En general, la moto es divertida, y si eres exhibicionista o narcisista, es tu moto ideal, pues no recuerdo cuándo me habían mirado tanto en tan poco tiempo. Si lo sé, me la hubiera comprado hace años, cuando quería que me miraran las chicas y no lo hacían... ciertamente, todos se quedaban mirando la moto con asombro, pues realmente, es curiosa, sobre todo cuando la ves tomando una curva y con sus dos ruedas delanteras completamente desplazadas del eje.
La verdad es que la experiencia de probar una moto más potente que la mia me ha dejado un doble sabor de boca. Por un lado, agradable, pues esa puntita de potencia que le falta a mi 125 está perfectamente cubierta con esta moto, que me ha permitido hacer adelantamientos en carretera sin ningun problema, en un visto y no visto. Tiene salida, aceleración y todo lo que no tiene la mia. Y eso que es una moto más pesada que las motos "normales". Pero ahora es cuando aparece el otro aspecto que me ha dejado la prueba de esta moto; un regusto un tanto negativo como de miedo. Me explico. He podido ver -y constatar- que a más moto, más se corre. Y eso no me gusta. Ayer y hoy me he imaginado qué podría hacer yo con una moto de 400 ó 500. Y me ha entrado como miedo. Pensando que no podría gobernar esas potencias. Me imponen aún sin tenerlas en mi poder. Y no sé si quiero tener una moto con tanta potencia. Porque, por un lado, son motos grandes menos manejables. Y por otro, porque esa potencia de más, un día u otro, te pide que la utilices y acabas usándola. Y a más velocidad, más riesgo. Y las motos me imponen mucho. y quiero seguir sintiendo ese respeto por la moto como lo tengo ahora. Porque el día que lo pierda, como me pasó con el coche, es cuando aumenta el riesgo exponencialmente. No hay más peligro que el conductor que se cree que sabe y se nota confiado. Prefiero ir con miedo porque eso me hará ser mucho más prudente.
En fin. La experiencia ha sido divertida, y en un plazo más o menos breve sondearé en casa la posibilidad de vender mi moto ahora que puedo sacar pasta por ella, e intentar cambiarla por otra un poco más alegre que me permita tener eso que le falta a la mia. Pero al día de hoy, me da más confianza una X de 250 que una de 400 o una T de 500.